El sexo en vacaciones es peor volver


Es nuestra obligación esclarecer a los lectores y echar por tierra cosas que la gente tiene por ciertas, pero que en el fondo son mitos que vienen transmitiéndose de generación en generación. Siempre se dijo que el sexo en vacaciones era lo mejor, lo más erótico y el sueño de todo amante. Pero la verdad es otra: el sexo en vacaciones es peor. Llegamos por quince días a un lugar que, podrá ser mejor o más encantador, pero es desconocido por completo para uno. Encima, con los chicos a cuestas. Como queremos aprovechar con todo esas dos semanas en que nos sueltan la cadena del trabajo, andamos todo el día de acá para allá: del hotel a la playa, de la playa al restorán, del restorán al shopping, del shopping al paseo por la peatonal, luego a cenar, luego a una disco y cuando caemos en la cama no nos queda un músculo sin desgarro. ¿Cómo vamos a poder ser eróticos así? Además, ya pasamos la quemazón de la playa, la arena pegada por todos lados, el rigor del viento y el salitre del mar. Después de ese castigo al cuerpo, ni el hombre de acero podría tener sexo con un poco de placer.

El mito de muchos es el de creer que para una mejor relación sexual hay que cambiar el lugar en donde uno lo hace habitualmente, pero no se dan cuenta que lo único que se necesita para mejorar la performance amatoria, en la mayoría de los casos, es cambiar de pareja.

En la cama siempre estuvo aquello de: "¿De quién es esta naricita, de quién es esta orejita?".

Haciendo el amor en la playa todo cambia y uno se pasa diciendo: "¿De quién carajo es este caracolito, de quién es esta piedrita?". Tampoco en las vacaciones tenemos la intimidad que tanto soñamos. Cuando el sexo se hace en casa, uno se cuida de los ruidos y las exclamaciones para que los chicos no piensen que nos estamos peleando. En vacaciones, tenemos que evitar de no quejarnos de las quemaduras del sol porque los chicos pueden pensar que estamos teniendo sexo.

Y el mayor mito que debe ser desterrado para siempre es el que dice que los lugares de veraneo tienen una carga erótica que nos motiva a cada momento. En parte es cierto: en las playas de los grandes balnearios están los cuerpos más esculturales que no pudimos ver durante un año en la ciudad. Son tan perfectos y se exhiben con tan poca ropa, que ahí no necesitamos la imaginación para nada. La imaginación la necesitamos en la noche, cuando a la hora de cumplir con el deber conyugal exprimimos el cerebro al máximo para imaginar que nuestra mujer es igual a esa potra que vimos en microbikini a la mañana... o no?!




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