El cumpleaños de la tortuga volver


El León y la Tortuga desarrollaron una gran amistad, fruto de muchas tardes de contemplar atardeceres después de las abundantes comidas del león. Filosofaban, y la tortuga poco a poco pasó de amiga a confidente y luego a consejera. Fueron años de compañía.

El León la apreciaba de verdad, y sabiendo que en pocos días sería su cumpleaños decidió orgnizar una fiesta importante, con la asistencia de tantos animales de la selva como pudiera. Al fin y al cabo, como Rey, el podía asegurarse que asistieran muchos -o todos- que trajeran bebidas y divirtieran a su amiga, la Tortuga.

Para asegurarse la mejor noche posible, insinuó que los animales más graciosos para contar chistes: el mono tití, la cotorra, la cebra (es un gran cuentista) y el mandril TENIAN que ir con un chiste preparado... y si la tortuga no se reía... podían darse por comidos.

La noche de la fiesta todo era alegría y un poco de resquemor, porque se acercaba la hora de los chistes, y aunque estaban todos contentos, no podían ocultar un lejano e indefinible miedo a ser comidos si la tortuga no se reía. Pero bueno. Los chistes habían sido esmeradamente preparados y el riesgo era mínimo.

Cuando todos estaban de grán ánimo por el alcohol de frutas y la comida, además del acontecimiento, el León llamó a los cuentistas.

El Monito, con el afán de sacarse el problema de encima pidió ser el primero, y lo hizo con una gracia soberbia, dijo un cuento bien ensayado , con gestos y movimientos espléndidos que causaron gracia y risotadas a todos, León incluido que moría de la risa. Pero... la Tortuga, seria e inmóvil. Todos se pusieron nerviosos, incluído el monito que repitió aun más genialmente el chiste y... nada. Inmóvil, inmutable, distante. El León se preocupó mucho y ante el dolor de todos tuvo que hacer valer su autoridad y de un solo golpe se comió al mono.

Ya la cosa no tenía gracia para la cotorra, que contó el chiste llegando al máximo de su esfuerzo y concentración, lo que provocó unas risotadas mayores que las del monito. Y la tortuga inmutable... inconmovible, al lado del León que moría de risa. Nuevamente, no sin pena, el León hizo valer su autoridad... y se la comió.

Ahora si, la cebra huyó desesperada, pero al mandril lo agarraron y lo empujaron al ruedo para que cuente su chiste. Alli empezó, tartamudeando, temblando, olvidándose, sufriendo y casi ni lo terminó de contar. Un murmullo de horror se elevó entre todos los asistentes, una fría corriente de aire en sus espaldas, el León se aprestó a ejecutarlo... cuando de pronto... la Tortuga explota en carcajadas incontrolables y grita:

- QUE BUENO EL DEL MONITO, QUE BUENO, LO MEJOR, EL DEL MONITO FUE LO MEJOR!!