Diario de un emancipado (versión de un argentino) |
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Primera semana:Por fin tengo mi propia casa, es un cambio que me viene muy bien. Hasta me traje el perro, para que esté más tranquilo conmigo, presiento que la vamos a pasar de maravilla. He preparado un riguroso programa de actividades y sé exactamente a qué hora me levantaré, cuánto tardaré en ducharme y arreglarme, y cuánto en preparar el desayuno. También he calculado el número total de horas que me llevará lavar los platos, hacer la limpieza, sacar a pasear el perro, ir de compras y cocinar. Ha sido una grata sorpresa darme cuenta que me quedará mucho tiempo para hacer LO QUE QUIERA. Segunda semana:Debo revisar mi programa, creo que necesita unos ajustes menores. Le expliqué al perro que no todos los días son de fiesta, así que no debe esperar entremeses a diario, ni que le sirva la comida en tres tazones, pues tendría más trastos que lavar. En el desayuno me di cuenta que el jugo de naranja hecho en casa, tiene el inconveniente que hay que lavar el exprimidor cada vez que se usa. Una solución es preparar el jugo para dos días, así la frecuencia del lavado se reduce a la mitad. También he averiguado que las salchichas se pueden calentar junto con la sopa, lo cual es una cacerola menos que lavar. Tampoco pienso pasar la aspiradora todos los días, pasarla cada dos semanas es suficiente. Tercer semana:Empiezo a creer que los quehaceres domésticos llevan más tiempo del que pensaba. Tendré que reconsiderar mi estrategia. Cuarta semana:NO MAS JUGO DE NARANJA, como puede ensuciar tanto esa fruta bendita. DESCUBRIMIENTO: logré salir de la cama sin desarreglar las sábanas, y solo alisé un poco las mantas con las manos, desde luego hacer esto requiere práctica y no hay que moverse mucho cuando se duerme. Me queda la espalda dolorida, pero una ducha caliente lo resuelve todo, tampoco me afeito todos los días. Me parece un desperdicio de tiempo. Quinta semana:OTRO HALLAZGO: las salchichas son ricas por la mañana, son pasables en el almuerzo, y son INSOPORTABLES en la cena, comerlas más de dos días seguidos me dan ganas de vomitar. Le compré alimento seco al perro. Es tan nutritivo como el enlatado y no ensucia tanto. Me di cuenta que la sopa se puede tomar directamente de la cacerola. Sabe igual y no hay que lavar los platos, ni usar sopera ni cucharón. Por fin dejaré de sentirme una máquina lavaplatos. Decidí no pasar más el trapo en la cocina, eso y hacer la cama me ponía los nervios de punta. Sexta semana:¿Por qué hay que desvestirse a la noche si a la mañana siguiente hay que vestirse de nuevo?. Prefiero dedicar ese tiempo a dormir más. Séptima semana:El perro y yo nos quedamos en la cama mirando la tele, donde aparece gente comiendo manjares deliciosos. A los dos se nos hizo agua la boca. Estamos débiles y de mal humor Esta mañana comí algo del tazón del perro. A ninguno de los dos nos gustó. Hoy sí tendré que afeitarme, ducharme, peinarme, prepararle algo de comer al perro, sacarlo a pasear, lavar los platos, arreglar la casa, ir de compras y hacer varias cosas más, pero estoy hecho una piltrafa. Siento que me caigo y se me nubla la vista. El perro dejó de menear la cola. Decidí que no voy a comer más en la casa, lo haré en restaurantes. Le devolví el perro a mamá. |