El pete campestre volver


Un poema telúrico de nuestras pampas para ampliar nuestra cultura folclórica.


Voy a contarles amigos con paciencia y con estilo,
la historia de un cojedor que a todos tenía en vilo.
Sus ojos eran divinos, la pinta como Dios manda,
y su poronga tan larga que la usaba de bufanda.

En los festivales gauchos y no les miento aparcero,
él sacaba su gran chota para enlazar los terneros.
Esa pija que tenía no era de medio pelo,
para hacer el obelisco la usaron como modelo.

Las mujeres lo buscaban por su aguante y por su parla,
se echaba sesenta y cuatro en dos horas sin sacarla.
En el pueblo lo apodaban el gran macho del amor,
a viudas, casadas, solteras les hacia el favor.

Por culpa de su pasión el casado no existía,
en solteros y cornudos el pueblo se dividía.
Les culeaba esposa e hijas y después se hacía el otario,
y si quedaba caliente le cojia hasta el canario.

Y los esposo cornudos, desde el rico hasta el mendigo,
hicieron una asamblea para aplicarle un castigo.
El juicio se apresuró, rápida fue la sanción,
porque a la hija del juez le hizo un hijo varón.

La sentencia decidida fue leida con recato,
el macho fue condenado a perder el aparato.
El acusado escuchó sentado solo en su silla,
la carne sería cortada con un golpe de cuchilla.

La pena se llevo a cabo casi cuando amanecía,
y así el macho vio caer la parte que mas quería.
Luego de la faena todos se dieron la mano,
y enterraron la verga en un bosque muy lejano.

Esta historia no termina porque esta llena de mañas,
parece que en ese bosque suceden cosas extrañas.
Van alla muchos viajeros y aunque mentira parece,
aparece algo flotando que los viola varias veces.

Me lo dijo una persona y casi sufrí un desmayo,
lo había violado a él y también a su caballo.
Les voy a seguir contando y esto no son cosas mías,
hay algunos que les gusta y pasan todos los días.

Tengan cuidado señores que no es un cuento de hadas,
porque la pija fantasma va a volver a las andadas.