Eva y las manzanas volver


La mano de Dios Un día estaba Eva en el Jardín del Edén, comiendo manzanas, aburrida como un hongo, y gritó a Dios:

- Señooooooooorrrr, tengo un problema!
- ¿Que problema tienes, Eva? -tronó enseguida la respuesta desde arriba.
- Mirá, yo se que me has creado y lo has hecho bien, y me has brindado este hermoso jardín con todos estos maravillosos animales, incluso esta ocurrente serpiente, peeero... esteee...
- Pero... ¿qué?. Vamos hija, habla de una vez que estoy muy ocupado, ¿que es lo que te sucede?
- Es que a pesar de todo esto no soy feliz... -lloró desconsolada Eva.
- Pero, ¿por qué?. Si te he dado todo cuanto necesitas -la consoló el todopoderoso.
- Me siento muy sola, Señor, y estoy harta de comer manzanas -dijo Eva dando el último mordisco a una gran smith, roja como sus labios.
- Bueno Eva, creo tener la solución a tu problema, crearé un hombre para tí.
- ¿Un hombre? y ¿qué es eso? -se preguntó la solitaria Eva.
- Bueno, el hombre será una criatura muy original, casi tan inteligente como los demás animales que conoces, pero egoísta, inseguro, mentiroso y desconsiderado. Pero será más grande, más veloz y le gustará cazar al resto de los animales. Te proveerá de mejor alimento que simples manzanas, te hará compañía y dará satisfacción a tus deseos. A cambio deberás tolerar sus cambios de carácter, su inmadurez y como no será muy listo requerirá de tus consejos para pensar apropiadamente.
- Suena genial! -se entusiasmó Eva, mientras se probaba hojas de un álamo.
- ¿Hay algo más que deba saber? -culminó Eva mirando hacia el cielo.
- Bueno, esteee... si, hay algo más...
- Bueno, adelante, tienes toda mi atención Dios, ¿que más debo saber?
- Como te dije el hombre será arrogante, orgulloso y muy vanidoso. Por esta razón deberás permitir que piense que lo hice a él primero. Y recuerda, será nuestro gran secreto Eva, de mujer a mujer...