El sifón volver


Hoy voy a dar a publicación mis investigaciones sobre un objeto muy caro a los sentimientos del hombre. Un objeto realmente importante, que eleva la calidad de vida de la población: EL SIFON.
Hablar del sifón sin hablar de la soda, sería un despropósito, puesto que nacieron juntos y juntos morirán, aunque algunos pretendan servir la soda en botellita.
Aquí va mi ensayo: léanlo con tranquilidad y difúndanlo. Es por el bien de todos.

EL SIFON: LOS ORIGENES
Algunos historiadores sitúan el nacimiento del sifón a comienzos del siglo XVI, en la corte del rey Carlos I de España. En esta corriente se incluye el teórico francés Michel Plattini, autor del libro "Vida del sifón en el Siglo de Oro español", quién afirma que "el poeta Garcilaso de la Vega y su amigo Boscán imaginaron una noche de borrachera la posibilidad de inventar un elixir que no sólo rebajara el contenido alcohólico del vino sino que además produjera una sensación excitante en la lengua y en el paladar".
Los textos de Plattini se pierden en anécdotas poco importantes y poco comprobables, pero recurriendo al gran poeta vasco Andoni Zubizarreta -especialista en Garcilaso y en la soda-, podemos saber que la idea de De la Vega no quedó en los estertores de una noche de alcohol sino que fue elevada al rey, quien puso a todos los sabios de la corte a trabajar en el proyecto. En 1529, siempre según Zubizarreta, nació el primer sifón. Era de madera de ombú y el mecanismo, muy rudimentario, constaba de siete poleas, cuatro engranajes, ocho resortes, doscientas tuercas, doscientos tornillos y un alfiler de gancho. Se precisaban doce hombres para accionar la máquina, y Carlos I fue el primero en beber soda. Algunos dicen que es por eso que se lo denominó Carlos primero. Su biógrafo, Charles MacAllister, afirma con prosa subyugante que al momento de probar la soda, el rey eructó en lo que sería el primer eructo de soda de la historia.

MEJORAS TECNOLOGICAS. LA REVOLUCION INDUSTRIAL AL SERVICIO DEL SIFON.
Hasta el siglo XVIII la soda era consumida solamente por reyes, ya que el sifón era un aparato muy costoso. Pero con los avances tecnológicos que trajo la Revolución Industrial, el sifón fue mejorado notablemente. Esto fue gracias al ingeniero alemán Andreas Brehme, que diseñó un sistema de poleas y resortes en miniatura que entraban en un cilindro de dos centímetros de diámetro por cinco de largo.
Los primeros sifones se vendieron en Alemania, que pronto exportó a Inglaterra. Ahí se abrió una gran fábrica que hoy, ante la decadencia del sifón, se dedica a la compra-venta de terrenos en la Patagonia.

EL SIFON EN BUENOS AIRES: PRIMEROS DATOS
Algunas crónicas ya mencionan al sifón en Buenos Aires a principios del siglo XIX. El historiador inglés Felix Moon, en su célebre libro sobre las Invasiones Inglesas titulado "The Invasiones Inglesas", cuenta: "Las mujeres tiraban aceite hirviendo de las azoteas y muchas de ellas les tiraban sifonazos a los pobres soldados de la corona". Sin embargo, la prueba más fehaciente de la existencia de un sifón en Buenos Aires data de 1815, cuando Don José de San Martín pronunció su frase más famosa: "Rebajame el vino con un chorro de soda, Remeditos". El sifón ya era partícipe de la vida de nuestro país.

EL SIFON EN BUENOS AIRES: PASADO INMEDIATO
El consumo de soda aumentó notablemente durante la década infame. Son muchos los que se valían de la soda para engañar al prójimo: los mozos de bar rebajaban demasiado el vino y lo cobraban al mismo precio, e incluso se dio una modalidad de robo muy conocida en ese momento. El maleante se acercaba a la víctima, le disparaba un chorro de soda en los ojos, la cegaba por un momento y le robaba todo.
Se dice que Juan Domingo Perón odiaba la soda, porque le gustaba el vino puro, y quiso prohibir el sifón. Algunos historiadores, como Roberto Gómez Bolaños, dicen que la que lo hizo desistir fue Evita, su mujer, que se bañaba diariamente en soda para mantener su cuerpo fuerte, sano y hermoso. Los resultados están a la vista. Luego el sifón se sumó a la intrascendencia. Se hizo muy popular en las décadas del '60 y del '70. En los '80 fue amenazado por la soda en botellita, pero la aparición del sifón de plástico trajo nuevos aires a la familia sifonera.

EL SIFON EN BUENOS AIRES: PRESENTE Y FUTURO
Hoy el sifón ocupa un lugar indiscutido en la heladera del Argentino medio. Para el vino, para el Carioca concentrado, para la Granadina o simplemente sola, la soda forma parte de la dieta normal que cualquier médico le recomendaría a su paciente. Hoy, millones de argentinos eructamos al unísono. Es el eructo nacional, que nos llevará derechos y humanos hacia el futuro, hacia la paz y la prosperidad, hacia el primer mundo. Algunos aguafiestas dicen que aumentó la pobreza. No hay pobreza si todo hombre tiene derecho a un vaso de soda. Y, hoy en día, en nuestro país, hay soda para todos, hay soda para rato.