Epopeya del rey Armando volver


CANTO I
De cómo Armando conoce a la mujer de sus sueños...

En el reino de Camélot,
un reino grande y lejano,
hay castillos, reyes, brujas,
y turistas en verano.

Vive un noble caballero,
con mucha gente a su mando,
que tiene un gran territorio,
y el feo nombre de Armando.

Es fiel aliado de Arturo,
en las artes y en las ciencias,
pero, sentados al trono,
difieren en consistencia.

Su reino es bien vigilado,
por caballeros armados,
salvo en el lado sudeste,
en donde pasea el ganado,

por eso sus enemigos,
cuando están deliberando,
a veces osan llamarlo
"Armando sudeste blando".

Nuestra historia ya comienza
en ese preciso instante,
cuando Armando se bañaba,
chapoteando en el estanque.

Acercose un pajarito,
y, al ver la ropa tirada,
pensó en llevarle un vestido
a su esposa bienamada.

El rey nadaba desnudo,
el pájaro se hizo el sota,
le robó todas las pilchas,
y Armando quedó en ojotas.

Aún así siguió en el agua,
quejándose de su suerte,
creyendo que así estaría,
hasta el día de su muerte.

Pero el autor nunca deja
que el bueno estire la pata,
e hizo que apareciera
una carroza de plata.

Bajó de ella una princesa
de pechos tan prominentes,
que desviaron la vista
del caballero decente.

La dama le ofreció ropa,
mas mientras su boca hablaba,
el rey miraba otra cosa,
y le caía la baba.

Le alcanzaron unas pilchas,
y aunque ajustó el cinturón,
el pobre tipo no pudo
disimular su erección,

es que aunque él era Armando,
y blandas sus excreciones,
debiera llamarse Arturo
(por lo duro) en ocasiones...


CANTO II
De cómo Armando vuelve a su castillo...

Invitado por la dama,
subió Armando a la carroza,
pensando haber visto nunca
una mujer tan hermosa.

- Cómo te llamas? - le dijo,
el buen rey a la princesa.
- Pues para hacérselo fácil
al autor, dime Vanesa.

Hablaron durante el viaje
sobre temas muy diversos,
la princesa preguntaba
y Armando le hacía el verso.

Cuando entraron en calor,
el rey preparó la lanza,
y, como ella no resiste,
Armando se le abalanza.

Algunas horas después
llegaron a su destino.
Armando estaba agotado
por el polvo del camino.

Bajose entonces del coche,
y aprovechó la ocasión,
para pedirle el teléfono,
y también la dirección.

- No me llames al palacio
le dijo entonces Vanesa,
- porque el rey es muy severo,
y me trata con rudeza.

No le gustan los muchachos,
y si te ve con su hija,
ahí nomás caza la espada,
y te corta la sortija.

El rey se quedó pensando
en esto durante días
por pasar una gran noche,
no se iba a acortar la vida...


CANTO III
De cómo al rey se le muere su mejor aliado...

Pero al fin decidió ir,
y no es que fuera valiente,
quería ver a la princesa
porque estaba muy ardiente.

Mandó ensillar su caballo,
y ya partió raudamente,
cabalgando decidido
y derecho hacia el poniente.

La princesa lo esperaba
por los jardines paseando,
más la suerte abandonó,
al impotente de Armando.

Porque esa noche no pudo,
por más que estuvo intentando,
el pingo estaba dormido,
y Vanesa dormitando.

- Con Arturo no me pasa -,
se quejaba la princesa,
- porque le hace honor al nombre,
es grande y tiene firmeza.

- Es que debo estar nervioso,
pero yo te lo prometo,
la próxima vez que venga,
lo vamos a hacer completo.

Y allá se fue el caballero,
triste y decepcionado,
jurando que volvería,
a cumplir con lo pactado.


CANTO IV
De cómo Armando se cura...

El rey, desconsolado
por su mal rendimiento
decidió recurrir
a los encantamientos

Se dirigió entonces
al buen mago Merlín,
a ver si le podía
arreglar el balín.

Lo encontró muy ocupado
cosiéndole estrellitas
a la ropa que usaba
cuando tenía visitas.

- Qué te pasa, buen Armando?,
pues no vienes con frecuencia...
y entonces el rey responde:
- Un problema de impotencia...

- A mi me pasó lo mismo,
en el medio de una cita,
y por más de un año y medio,
no me anduvo la varita...

- Como lo solucionaisteis?
prometo darte todo
si logras que se note
atrás del sobretodo.

- Tome dos vasos de agua,
siempre después de cenar,
y sin pasar por el baño,
temprano se va a acostar.

A la siguiente mañana,
y según mi predicción,
tendrá que salir corriendo,
o le revienta el calzón.

- Esta misma noche empiezo,
con su genial tratamiento -
le dijo el rey al mago,
antes de irse, contento.

Así pasaron los días,
y Armando no se curaba.
Estaba sano al levantarse,
después se le desinflaba.

Cuando ya no pudo más,
(estaba desesperado)
decidió que iba a tirarse
desde un alto acantilado.

Camino al lugar elegido,
con el suicidio ya en mente,
acercose una morocha...
y se curó de repente!


CANTO V
De cómo Armando cumple su promesa...

Armando estaba curado,
y con el ánimo alzado,
dirigiose hacia el castillo,
a cumplir con lo pactado.

La princesa lo esperaba
en su lugar favorito,
a la sombra de un ombú,
al lado de un arroyito.

Sin mucho trámite previo,
se tiraron en el suelo,
y lo demás no lo cuento,
porque es fácil entenderlo.

Mientras tanto, en el castillo,
el padre de la princesa,
acababa con su almuerzo,
(un sanwich de milanesa).

Levantose de la mesa,
el caballero en cuestión,
y salió a dar un paseo
para hacer la digestión.

Se dirigió hacia el arroyo,
y caminó por la orilla...
mientras Armando y su amada,
hacían sus maravillas.

Llegó por fin al ombú
donde estaba la pajera...
quiero decir... la pareja,
y por poco ni se entera.

Pero los vió revolcados
y puso el grito en el cielo,
Armando se levantó,
acomodándose el pelo.

- Solo estabamos jugando,
paseando por el jardín,
jugabamos a que eramos
los "Titanes en el Ring".

- No crea que soy tan tonto,
para creer su sanata,
Karadagián era rengo
y usted camina en dos patas.

Y ahí nomás sacó la espada
sin que se le mueva un pelo,
le dijo a Armando un lugar,
y una hora para el duelo.


CANTO VI
De como Armando viaja en el tiempo! (Jaja, les conté el final)

El buen Armando, asustado,
por la amenaza del rey,
pensó empezar a entrenarse
y jugar al Quini seis...

Más cuando se dirigía
a su casa de regreso,
sucedió, como es costumbre,
un asombroso suceso...

Y es que encontró un aparato,
parecido a una heladera,
con un cartel que rezaba,
"para abrir, tire hacia afuera"

Armando, que era curioso,
abrio la puerta intrigado,
Y saben lo que encontró?
Un flan del año pasado...

Después de comerse el flan,
y eructar como es debido,
quiso el diablo que viera
aquel botón escondido...

Un boton que titilaba,
al fondo del artefacto,
y Armando (que era boludo!)
lo vio, y lo apretó en el acto...

En la máquina del tiempo,
se fue nuestro personaje,
y en el próximo capítulo,
sabrán el final del viaje...

Continuará...